En esta ocasión quiero hablarte sobre un concepto que es muy importante para mí tanto en mi trabajo como en mi propia forma de vida. Escuché hablar sobre la compasión hace ya algunos años y, la verdad es que reconozco que no me enamoré del concepto a primera vista.
Al principio se me hacía un poco raro escuchar esta palabra una y otra vez, pero las fuentes de donde me venía este concepto eran para mí referentes y algo me decía que si hacían tanto hincapié en esto era porque merecía la pena indagar sobre ello.
Comencé leyendo sobre el tema, viendo algunos vídeos y descargando algunas meditaciones guiadas y te confieso que eso me hizo creer que ya era toda una experta sobre el tema (¡Ay! Alma de cántaro… ¡pues no me quedaba camino por recorrer!).
Cuando tuve la oportunidad de hacer la que considero, una de las mejores formaciones sobre Mindfulness y Compasión que existen a nivel internacional -el MSC de Kristin Neff y Christofer Germer- me pensé bastante si verdaderamente merecería la pena y me aportaría cosas nuevas, sin embargo ahora no puedo expresar lo sumamente agradecida que estoy de haberla hecho porque puedo decir bien orgullosa que esta formación cambió mi vida.
La compasión como la entendemos cada vez más personas, no tiene nada que ver con la idea de lástima o pena por alguien a quien se considera de alguna manera débil o inferior. La compasión hace referencia a la capacidad de ser consciente de que hay algún tipo de sufrimiento o incomodidad emocional, y el anhelo profundo de querer aliviar ese dolor tanto si es la propia persona la que lo está sufriendo como si son otras personas.
Cuando la aplicamos a la propia persona, para entenderlo fácilmente, la compasión hace referencia a la idea de tratarse a una misma cuando se siente culpable o inadecuada como lo haría si se tratase de una persona a la que ama mucho y respeta profundamente.
La cultura occidental hace mucho énfasis en el hecho de ser amables con nuestros amigos, con nuestra familia y con nuestros vecinos cuando lo están pasando mal, pero no hace lo mismo cuando la persona que se halla en problemas es una misma.
Hemos oído muchas veces “trata a los demás como quieres que te traten a ti” pero lo más probable es que no trates a los demás cuando se sienten mal, o incapaces o insuficientes, como lo haces contigo misma.
Aunque cuando empezamos a descubrir la compasión como herramienta de autocuidado hay que derrumbar ciertas barreras internas que se interponen en el camino para ser más autocompasivas, lo cierto es que es una pasada el efecto tan positivo que tiene en la calidad de vida de las personas, sobre todo de aquellas que tienen un perfil muy autocrítico y que tienen instalado el programita mental de que para que me quieran y me acepten tengo que hacerlo todo lo mejor posible y esforzarme hasta casi desfallecer.
Y no hay que confundirse, cuidarse con compasión no significa que vamos a ser menos eficientes o que nos vamos a abandonar nuestros sueños. Cuidarse desde este enfoque implica que vas a saber escucharte, vas a saber respetar tus tiempos y vas a aprender a amarte y a respetarte aunque te sientas un fracaso y no te gustes en absoluto.
Tampoco hay que confundir autocompasión con auto indulgencia, es decir, una cosa es no castigarte por haber fracasado en algo, otra muy diferente es permitírtelo todo y no motivarte para avanzar y progresar en tus propósitos. La compasión se puede equiparar a la figura ideal de una madre o una abuela, es decir, esa figura compasiva y sabia que te ama y quiere todo lo mejor para ti, pero que está ahí también para darte el toque de atención si en un momento dado necesitas ponerte las pilas. Así que no pienses que ser compasiva significa que se pasa de todo, porque no es así en absoluto.
Ser autocompasiva significa que tienes una buena inteligencia emocional y que sabes darte lo que necesitas en cada momento, sea ponerte a hacer ejercicio o sea sentarte en el sofá a disfrutar de una bonita tarde de domingo.
La investigación ha demostrado que cuando te aceptas y te cuidas con compasión los objetivos de autocuidado se consiguen de manera más fácil y más realista.
Y bueno, seguiría y seguiría escribiendo sobre este tema porque es para mí uno de los dos grande pilares del camino al autocuidado, pero lo voy a dejar aquí de momento porque creo que como presentación es suficiente.
Vuelvo pronto para seguir compartiendo contigo.
Mientras tanto…. y siempre…. ¡CUÍDATE MUCHO!