Hoy quería escribirte para hablarte de algo muy importante para mi tanto a nivel de vida como de trabajo; se trata de Mindfulness y Compasión. La idea era hablarte de los dos conceptos en un mismo post, pero ahora que he ordenado mis ideas para escribirte me doy cuenta que voy a necesitar varios post para hacerme entender como me gustaría.
La verdad es que hablar sobre esto desde el corazón me supone un gran reto porque es muy difícil poner palabras a algo que en realidad es experiencia en sí misma y que tienes que vivir en tus propias carnes para entenderlo en profundidad. Pero bueno, llevo mucho tiempo explicándolo a mis pacientes, familiares y amigos porque a mi me ha cambiado la vida, así que espero saber hacértelo llegar a ti también.
Tanto Mindfulness como Compasión cuentan hoy en día con numerosos estudios científicos que avalan su eficacia en el bienestar integral de las personas y en psicología son ya consideradas terapias de 3ª generación.
Voy a empezar por Mindfulness, porque se podría decir que es un requisito imprescindible para que se dé la Compasión. Mindfulness hace referencia a la idea de “vivir el presente con plena consciencia”; que quiere decir que cuando somos capaces de centrar nuestra atención en la experiencia presente, algo sucede en nuestro cerebro que desactiva la tendencia tan arraigada en nuestra sociedad de quedarnos enganchados en la mente, dándole vueltas a lo que pasó ayer o hace un rato, o de qué pasará de aquí a una horas, unos días o en los próximo años.
Las prácticas de Mindfulness entrenan a nuestro cerebro para centrarse en lo que está pasando justo ahora mismo sin críticas ni juicios, y así llenar nuestras experiencias de matices y detalles muy valiosos que normalmente pasan desapercibidos en nuestro día a día porque estamos siempre preocupados por lo que pasó “ayer” o lo que pasará “mañana”.
Lo que ocurre es que estamos tan acostumbrados a juzgar o criticar todo lo que pasa a nuestro alrededor que cuando nos disponemos simplemente a vivir en el presente rápidamente se van a querer colar pensamientos del tipo ¿me gusta o no me gusta? ¿debería de ser así o de distinta manera? ¿esto qué está pasando es justo o es injusto? Y esto ocurre porque nuestro cerebro, en realidad, está diseñado para detectar posibles problemas o amenazas que pongan –aparentemente – nuestra vida en peligro. Cuando te hable de la Compasión verás que es aquí donde ésta nos va a ser de gran ayuda.
Cuando practicamos Mindfulness nos hacemos conscientes de que estamos entrando en el juicio o la crítica – ya sea en positivo o en negativo- y al ser conscientes de ello podemos soltar esos pensamientos para no enredarnos en ellos y regresar al momento presente.
Esto no va significar que vayamos a dejar de tomar decisiones importantes, o que nos vamos a hacer medio hippies pasando de todo (aunque te confieso que después de muchos años enfocada en la búsqueda del bienestar de las personas, mi concepto de felicidad verdadera tira cada vez más hacia ese lado, pero ahora no toca hablar sobre esto), yo me refiero a que a veces le damos tanto al coco que empezamos a liar la madeja enredándonos en nuestras propias historias mentales – y no reales – haciendo incluso que lo que era un simple “traspiés cotidiano” acabe pareciendo un “accidente mortal” y esto nos desestabiliza un montón y nos hace sufrir mucho innecesariamente.
A veces le digo a mis pacientes que Mindfulness hace la función de colar o filtrar la información, ayudándonos a quedarnos con lo que de verdad nos interesa y a desechar lo que no nos aporta nada útil. Esto nos puede ayudar muchísimo en nuestro camino al autocuidado real e intuitivo, pero sobre sus beneficios a nivel práctico te hablaré mucho más en detalle en otro post como te he dicho antes.
Ahora me gustaría despedirme compartiéndote un vídeo de Andrés Martín, doctor en psicología y experto en Mindfulness, liderazgo y gestión del estrés en el que nos habla de los beneficios y evidencia científica relacionada con los beneficios de vivir conscientemente. Espero que te guste.